El temido pánico a la hoja en blanco ya ha llegado. Hoy vuelvo a enfrentarme a él y lo hago con ilusión. Hace mucho tiempo que no escribo en un blog. Mucho. Lo dejé porque en aquel momento el hecho de escribir con cierta frecuencia me exigía una energía y un tiempo del que no disponía para hacer las cosas como a mí me gusta hacerlas: bien. Dejé de disfrutar de él y, en un acto de honestidad, decidí que era el momento de dejarlo, por lo menos por algún tiempo.
Ahora vuelvo, sin prisas, sin condiciones, sin plazos. Con la necesidad de convertir mi blog en un espacio personal de inspiración donde coleccionar momentos, compartir las cosas que me gustan y me emocionan, y reunir reflexiones sobre un estilo de vida más lento y consciente. Una válvula de escape a este mundo de locos.
Teniendo en cuenta que el otoño es mi estación favorita y que acabamos de entrar en el precioso y nostálgico mes de noviembre, no encuentro mejor manera de arrancar este blog que hablando sobre el otoño.
Melancólico, romántico, dulce y frágil. Así es el otoño.
Su luz bonita supera a cualquier otra luz. Es mágica y hace bello todo lo que toca. Me encanta dar largos paseos durante todo el año pero en otoño estos se vuelven especiales. Me adentro en el bosque y me dejo embrujar por sus colores y me maravilla ver cómo, día a día, van cambiando. El otoño es efímero.
Las cortas tardes dedicadas a buscar setas mientras los últimos rayos de sol se cuelan entre los árboles y te quedas hipnotizada con la delicadeza con la que algunas hojas se secan.
Disfrutar de sus frutos es todo un privilegio. Es época de higos, castañas, granadas, chirimoyas y nueces. Comprar caquis y esperar pacientemente hasta que alcanzan el punto justo de maduración para poder saborear todo su dulzor es todo un ritual para mí.
Sentir en las manos el calor que desprende una taza de café una fría mañana de noviembre.
Para mí el otoño es un largo y tranquilo paseo por el bosque disfrutando de su belleza cambiante o el olor a canela, jengibre y nuez moscada que sale de la cocina mientras horneas un pastel en una tarde de lluvia. El otoño para mí es calidez.












Me alegra que vuelvas a escribir. Preciosas las fotos y maravillosos tus planes de otoño. Beso.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Sofia. Un abrazo!
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